Nativos de IA

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Esta semana me tocó dar mercado de trabajo en el curso de introducción a la economía que estoy dictando. Clase interesante, si las hay, para hipotetizar acerca de los futuros cambios que la inteligencia artificial traerá al mercado laboral. Por supuesto que no digo nada nuevo si pienso que la IA va a cambiar el mercado laboral, pero me parece interesante pensar en qué podemos hacer para prepararnos para esos cambios. Sin embargo, prepararse implica pensar primero qué tipo de personas van a ser las que tengan éxito en el mercado laboral del futuro, obteniendo así las características que podríamos llegar a pensar que, de adoptarlas, nos harían más competitivos. Aclaro: esto no es post de autoayuda. Acá no vamos a llorar sobre los puestos de trabajo que se van a perder (que sin dudas se van a perder y la transición va a ser dolorosa) ni a pensar que la IA va a reemplazar a los humanos en todo. Más bien, vamos a tomar como dado que la IA va a cambiar el mercado laboral y ver qué podemos hacer para adaptarnos a esos cambios.

Bueno, primero retrocedamos un poco. Allá por los 2000, empezó a sonar fuerte la idea de “nativo digital” para referirse a las personas que crecieron con la tecnología digital y que, por lo tanto, tienen una mayor facilidad para adaptarse a ella. Probablemente si estás leyendo esto, sos un nativo digital o, al menos, te supiste adaptar a la digitalidad y convivir en ella casi con la misma facilidad que todos los que nacieron desde fines de los 80s hasta mediados de los 2000s. Creciste rodeado de tecnología novedosa para la época, viste el crecimiento vertiginoso de las computadoras, la aparición de los celulares y, probablemente, sobreviviste a la tecnología más disruptiva de la historia: Internet. Desarrollaste una familiaridad innata con lo digital. El recientemente fallecido Mark Prensky acuñó el término “nativos digitales” justamente para referirse a esta generación que creció inmersa en la tecnología digital, y que, por lo tanto, tiene una mayor facilidad para adaptarse a ella. El término se popularizó rápidamente y, no exento de controversias, permite pensar en las diferencias entre quienes crecieron con la tecnología digital y quienes no.

Ahora bien, ¿qué sucedió desde entonces? El término sin dudas quedó viejo. Hoy en día la tecnología digital es omnipresente y todos, independientemente de su edad y su nivel de ingresos, tienen acceso a ella. Ya no es la que lidera las transformaciones tecnológicas, ya no impone restricciones a quienes no la conocen y está incorporada en la vasta mayoría de los trabajos. Sin embargo, desde principios de los 2010s, los asistentes de voz, los algoritmos de recomendación y la “inteligencia dentro de la digitalidad” cambiaron la forma en la que los niños y adolescentes interactúan con la tecnología. La Gen Alpha (la generación nacida entre 2010 y 2025) está creciendo en un mundo donde la inteligencia artificial es una parte integral de su vida cotidiana. Desde asistentes virtuales que responden a sus preguntas hasta algoritmos que personalizan su experiencia en línea, la IA está moldeando su forma de interactuar con el mundo digital. Esto implica que, para estos jóvenes, la presencia de sistemas inteligentes no es novedosa ni opcional, sino esperada y omnipresente en su entorno tecnológico. Al igual que mi generación creció con la tecnología digital y la generación previa tuvo que adaptarse a ella, la Gen Alpha está creciendo con la inteligencia artificial y somos nosotros, los nativos digitales, ahora bastante adultos, quienes debemos adaptarnos a ella. Para que quede más clarito, armé esta tablita que lo resume todo (con un agregado extra para contextualizar).

Tabla 1. Cohortes generacionales y su entorno tecnológico durante la infancia/adolescencia. (Los límites de años son aproximados y pueden variar según las definiciones de cada fuente.)

Categoría generacionalCohorte de nacimientoEntorno tecnológico de crianza
Nativos analógicos (referencia)Aproximadamente antes de 1980 (Baby Boomers, Gen X temprana)Crecieron antes de la era de Internet masivo. Infancia sin dispositivos digitales personales; medios analógicos (televisión, radio, libros físicos).
Nativos digitalesAproximadamente 1980s–2000s (Millennials y Gen Z)Crecieron con la popularización de computadoras, Internet, móviles y redes sociales. Integraron lo digital en su vida desde jóvenes (ej. uso de Google, email, chats). Desarrollaron alfabetización digital temprana.
Nativos de IAAproximadamente 2010s en adelante (Gen Alpha y Gen Beta)Crecen inmersos en entornos con IA ubicua desde la niñez. Conviven con asistentes de voz, algoritmos inteligentes en juegos y videos, contenidos y herramientas hiper-personalizadas por IA. La IA es parte natural de su día a día.

Entonces, ¿qué dice la ciencia sobre las características de estos nativos de IA? Si bien la investigación sobre esta generación aún está en sus primeras etapas, hay algunas tendencias emergentes que pueden ayudarnos a entender cómo se están formando y qué habilidades podrían ser valiosas en el futuro. En primer lugar, y tal vez la más obvia, es que los nativos de IA tienen una familiaridad muy temprana e intuición para interactuar con la IA. A ver si nos entendemos: estos tipos crecieron expuestos a dispositivos y aplicaciones que utilizan IA desde que son bebés. Interactuar con sistemas inteligentes que responden como humanos es algo natural para ellos. ¿Cuántos de estos chicos le pidieron a Siri o Alexa que les tiren un chiste o les pongan la canción de moda? Capaz que fueron sus primeros ‘amiguitos’ tecnológicos. Y ni te digo los que nacieron más cerca de la pandemia o durante: ahí sí que la IA, con herramientas que explotaron como ChatGPT o los generadores de imágenes, se metió de lleno en la casa de todo el mundo, acelerando un montón esta convivencia. Es increíble pero para la Generación Alpha la IA no es vista como una innovación sorprendente, sino como una expectativa básica de sus interacciones tecnológicas. Este hábito inculcado de pedirle cosas a la IA significa que los nativos de IA tienden a “colaborar” con las máquinas de forma fluida, sin timidez ni asombro. Todavía me acuerdo cuando en diciembre de 2022 descubrí ChatGPT y me quedé maravillado con lo que podía hacer. Me cuesta creer que para alguien no lo sea, pero parece que así es, según lo que observa gente que sabe de educación.

En segundo lugar, los nativos de IA tienden a ser más adaptables y flexibles en su forma de aprender y trabajar. Y acá la cosa se divide en dos: por un lado, la IA los acostumbró a que la tecnología se acomode a sus gustos y nivel en tiempo real, gracias a los algoritmos. Por otro lado, la IA cambia y crece constantemente, lo que significa que los nativos de IA están acostumbrados a adaptarse a nuevas herramientas y tecnologías rápidamente. Esto es algo que los nativos digitales no tuvimos que hacer en la misma medida, ya que la tecnología digital ha sido relativamente estable en comparación con la IA. La capacidad de adaptarse rápidamente a nuevas herramientas y tecnologías será una habilidad valiosa en el futuro, ya que la IA seguirá evolucionando y cambiando. Un AI-native que aprende matemáticas en una plataforma adaptativa experimenta que si se atrasa en un concepto, el sistema le ofrecerá ejercicios adicionales o explicaciones distintas, y si avanza rápido, le planteará retos mayores. Esta familiaridad con la personalización y el aprendizaje autodirigido podría moldear en ellos una expectativa de que la educación debe ser flexible y a medida de cada uno. Algunos dicen que estas nuevas generaciones requerirán modelos de aprendizaje alineados con su “intuición de IA”, incorporando mayor colaboración con sistemas inteligentes en el aula. En resumen, los nativos de IA tienden a aprender inmersos en entornos interactivos, responsivos y continuos, donde la línea entre juego, aprendizaje y asistencia tecnológica puede ser difusa.

La IA ya forma parte hasta de sus actividades lúdicas y sociales. Los juegos infantiles contemporáneos a menudo incluyen elementos de IA: chatbots o personajes virtuales (NPCs) en juegos como Minecraft o Roblox que responden de forma realista, juguetes “inteligentes” que conversan, filtros de realidad aumentada en redes sociales, y un largo etc. Esto significa que durante el juego y la socialización, los niños AI-native experimentan interacciones con agentes no humanos que se comportan de forma autónoma. Todo ello va a influir en como desarrollan sus habilidades de resolución de problemas, creatividad y también sus interacciones sociales. Y acá creo que hay un dilema: por un lado, podría fomentar la creatividad (p. ej., juegos con IA que generan escenarios nuevos) y cierta independencia al jugar solos con agentes digitales; pero por otro lado, plantea desafíos: ¿podría disminuir el tiempo dedicado a la interacción humana cara a cara, afectando la empatía o las habilidades sociales tradicionales? Acá me engancho con Jonathan Haidt, un tipo que sigo bastante, que tira una idea que me intriga: el plantea cierta preocupación acerca de que la inmersión tecnológica excesiva (sea con pantallas o IA) reduzca oportunidades de desarrollo socioemocional y de tolerancia a la frustración. Su libro, “La Generación Ansiosa” (2024), es espectacular y plantea que muchos estudios resaltan que en la Generación Alpha el alto uso de tecnología se asocia a problemas de socialización y más riesgos de salud mental. Algo de eso se puede ver acá.

Por último, y tal vez lo que da una luz de esperanza a los que creemos que la IA puede empeorar las democracias occidentales, los AI-native comprenderán los sesgos de la IA desde una edad temprana. El hecho de estar rodeados de IA no significa que automáticamente entiendan su funcionamiento, pero sí tiene desde niños exposición a conceptos que antes eran avanzados. Esto ofrece la oportunidad de introducir desde edades tempranas la alfabetización en IA, es decir, un conjunto de competencias que permita a las personas evaluar críticamente las tecnologías de IA, comunicarse y colaborar eficazmente con ellas, y usarlas como herramientas, en el hogar y el trabajo. Hay un paper en Nature que, para mí, le pega justo en el clavo con esto de la alfabetización en IA y plantea que estas competencias podrían convertirse en algo tan fundamental como la lectoescritura tradicional. Un aspecto crítico de esta alfabetización es entender que las IA no son infalibles ni neutrales: estos niños necesitan aprender que los sistemas inteligentes con los que interactúan tienen sesgos e limitaciones. En este sentido, Avriel Epps enfatiza enseñar a los niños que “la IA no es mágica, objetiva ni omnisciente”, sino un producto humano con errores y prejuicios.

En síntesis, los nativos de IA se caracterizan por: una interacción fluida y normalizada con sistemas inteligentes en lo cotidiano, expectativas de personalización y respuesta inmediata de la tecnología, una incorporación de la IA en su aprendizaje, juego y comunicación desde la infancia, y la necesidad de desarrollar tempranamente nuevas alfabetizaciones y criterios (como la comprensión de sesgos algorítmicos) para navegar un mundo donde la frontera entre lo humano y lo artificial es borrosa. Muchas de estas características los diferencian claramente de las generaciones previas.

Ya tenemos una idea más clara de quiénes son estos “nativos de IA” y de por qué vienen con otro chip. Ahora bien, la gran pregunta que surgió en clase es: si ellos serán los que coparán el mercado laboral dentro de unos años, ¿qué habilidades serán indispensables? Y, al mismo tiempo, ¿qué podemos hacer nosotros, los nativos digitales que ya tenemos algunas canas tecnológicas, para no quedarnos viendo cómo pasa el tren de la IA? Antes de seguir, aclaro algo: nadie tiene la bola de cristal. Quienes digan que saben exactamente qué va a pasar están, en el mejor de los casos, opinando y en el peor, vendiendo humo. Sin embargo, a partir de lo que ya vemos hoy en la interacción de los jóvenes con la IA, y de lo que proponen varios expertos, podemos intuir qué aptitudes tendrán más valor, y pensar cómo cultivarlas tanto en los más chicos como en nosotros. En este sentido, me parece que hay 4 pilares fundamentales para discutir y pensar en cómo adaptarnos a los cambios que la IA traerá al mercado laboral:

1. Pensamiento Crítico y Análisis Ético

En un mundo donde la IA te brinda datos, resúmenes o borradores en segundos, lo verdaderamente valioso va a ser tu capacidad para evaluar la confiabilidad de esa información, detectar sesgos y tomar decisiones con criterio propio, modificar el texto que te devuelve la IA, cambiándolo para adaptarlo a tus necesidades. La IA puede hacer mucho, pero no puede reemplazar el juicio humano. Por eso, cada vez que uses un chatbot o un algoritmo, mi recomendación es que te preguntes de donde vino esa respuesta (la fuente) y si es proclive a tener algún tipo de sesgo. Busca generar un bias-sense, una especie de sentido que te permita identificar cuándo una IA puede estar sesgada.

Analizá el contexto. Muchas veces las respuestas que da son erróneas porque el contexto con el que trabaja es limitado. No solo será importante aprender a darle el contexto (del que después voy a hablar), sino también identificar cuando la IA no tiene suficiente información para darte una respuesta que vos puedas simplemente copiar y pegar. Los AI-natives van a ser buenísimos utilizando la IA de forma eficiente, acoplate aprendiendo a usarla como una herramienta que potencia tu trabajo.

2. Creatividad y Originalidad

Las máquinas pueden generar textos, imágenes o música apoyándose en grandes bases de datos, pero el salto creativo –esa idea inesperada, ese rumbo completamente distinto– sigue siendo terreno netamente humano. Usá la IA como un “punto de partida” para explorar nuevas ideas, pero no te limites a lo que te ofrece. Es mucho más sencillo leer lo que te dice y apropiártelo, pero no es un ejercicio que te de una habilidad a futuro. La creatividad es una habilidad que seguro puede entrenarse, al menos un poco, y la IA puede ser una herramienta para potenciarla o un aliciente que la carcoma. Cuidado.

3. Inteligencia Emocional y Habilidades Sociales

Aunque la IA –con el tiempo– mejore en reconocer patrones emocionales, no reemplaza la empatía auténtica, la colaboración real ni la capacidad de liderazgo en momentos complejos. Mis consejos acá son mucho más acotados, en parte porque no soy un experto en el tema y en parte porque, si bien estoy convencido de que se puede pulir y desarrollar un montón, creo que hay una base de talento natural, que tal vez tenga un desarrollo distinto a una habilidad técnica. Escuchar activamente a los demás puede ser un primer paso. Internet, las pantallas y la IA son herramientas que disminuyeron nuestra capacidad de concentración al brindarnos información constante y rápida. Por eso, aprender a escuchar y a concentrarse en lo que el otro dice es una habilidad que se va a valorar mucho más en el futuro.

Probablemente otro consejo sea aprender a trabajar en equipo, participando en actividades y proyectos grupales donde la IA tenga un rol limitado. La IA puede ayudar a organizar tareas, pero la colaboración humana seguirá siendo clave para lograr objetivos comunes. Por último, y no menos importante, aprender a comunicarte de forma clara y efectiva, tanto verbalmente como por escrito, será esencial para destacar en un mundo donde la IA puede generar contenido automáticamente. Y esto será algo para lo cual los nativos en IA puede que tengan una desventaja. Aprovechá.

4. Adaptabilidad y Aprendizaje Continuo

Para los nativos de IA, cambiar de herramienta o plataforma es algo cotidiano. Para nosotros, los nativos digitales, la IA nos obliga a adaptarnos constantemente. La capacidad de aprender nuevas habilidades y adaptarse a nuevas tecnologías será crucial. Esto implica no solo aprender a usar herramientas de IA, sino también comprender sus limitaciones y cómo integrarlas en nuestro trabajo diario. Convertí en un hábito la idea de aprender algo nuevo. Nunca en la historia aprender algo nuevo fue tan fácil. Dedicale 15 minutos al día a preguntarle cosas a un chatbot, a leer un artículo sobre IA o a ver un video que explique una nueva herramienta. La IA puede ser tu mejor aliada para aprender, ya que te permite acceder a información y recursos de manera rápida y personalizada. No vas a poder incorporarla si no te acostumbrás a usarla.

Para concluir, creo que “aprender a aprender” con IA será una habilidad clave. Hay que buscar el balance entre aprovechar la IA para acelerar el aprendizaje y no depender completamente de ella. La IA puede ser una herramienta poderosa, pero no debe reemplazar la curiosidad y el deseo de aprender de forma activa. Hay cosas para las que falta todavía bastante para que la IA las haga bien, sobre todo en cuanto a curiosidad y creatividad. Pensemos en usar la IA como un trampolín para nuestras propias ideas, no como un reemplazo. La IA hoy en día puede resolver conjeturas matemáticas. Pero no puede inventar la hipótesis de Riemann o la teoría de cuerdas. La creatividad humana sigue siendo única y difícil de replicar por máquinas (obvio, “Artificial General Intelligence” (AGI) al margen). No te agobies por el futuro, tiene que ser esperanzador. La transición va a ser difícil, por supuesto, pero mi impresión es que el equilibrio final solo puede hacernos más felices. Ojalá esté en lo cierto.